Luis Alfredo Garavito Cubillos conocido, entre otros alias, como "La Bestia" es, por el elevado número de víctimas contrastadas, uno de los mayores asesinos en serie del siglo XX en el mundo.
Sus víctimas, niños varones de entre 8 y 14 años, eran siempre elegidos por su condición de niños pertenecientes a familias que pasaban necesidades económicas y que, por este motivo, tenían que estar en las calles trabajando o, simplemente, sin posibilidad de ser vigilados por parte de sus familiares cercanos.
Aunque en algunos círculos, tales como la entrevista que le realizó Jon Sastiaga en 2016, reconoce que había perpetrado alrededor de un centenar de violaciones a menores, no empieza a cometer asesinatos hasta 1992, concretamente en el mes de octubre.
Luis Alfredo Garavito tiene en ese momento 35 años de edad. Colombiano de nacimiento, comete su primer crimen de sangre en una zona cercana al pueblo de Truijillo, alejada a unas dos horas y media en coche de su lugar de nacimiento, el pueblo de Génova. En su bautismo de sangre asesina a un niño, mientras le tortura y sodomiza.
Este asesino en serie, como tantos otros, había vivido una infancia complicada. Nacido en el seno de una familia humilde, falta de educación y con pocos recursos, Garavito y sus siete hermanos son testigos del maltrato y los abusos que sufre su madre por parte de su padre así como maltrato en primera persona. Inmersos en una zona de alta actividad guerrillera, la familia tiene que mudarse de ciudad. Para empeorar la situación, el futuro asesino en serie se convierte, según él, en víctima de tortura y abusos sexuales por parte de un amigo de la familia, el párroco del pueblo, a la temprana edad de 13 años. Sólo 5 años más tarde intenta abusar de un menor y, como consecuencia de ello, es detenido (aunque rápidamente puesto en libertad) y expulsado de su domicilio familiar.
Luis Alfredo Garavito comienza una vida nómada en la que, según le cuenta en su entrevista a Jon Sastiaga, se gana la vida como vendedor ambulante, aunque en otras entrevistas ha afirmado que se dedicaba también a engañar a la gente vendiendo servicios de brujería. Mientras Garavito recorre el país, entre 1990 y 1999, se suceden cientos de desapariciones de niños y demandas por abusos a menores por todo Colombia, registrando su actividad en un total de 70 localidades por todo el país e, incluso, en el vecino país de Ecuador.
En 1998, en Nacederos, a las afueras de la colombiana localidad de Pereira, se encuentran en una zona de campo, los restos de 14 niños que presentan numerosas heridas producidas por arma blanca lo que parecía indicar que habían sido torturados. Al parecer, Garavito nunca enterraba los cuerpos de sus víctimas, sino que los abandonaba en la superficie de terrenos escogidos para este fin.
Las investigaciones policiales barajaron distintas hipótesis tales como la venganza, una limpieza social o, incluso, crímenes relacionados con ritos de sectas satánicas.
Una vez investigados los cuerpos por especialistas forenses, los resultados apuntan a un único asesino de carácter sexual. Es en este momento que los investigadores empiezan a relacionar estos crímenes con desapariciones y asesinatos de niños de otras partes del país.
En febrero de 1999 se encuentra un nuevo cadáver en la ciudad de Palmira cuya escena del crimen será determinante para la resolución del caso porque, en dicha escena, se encuentran muchos efectos personales de Garavito. Se sospecha que tuvo que salir huyendo de la escena del crimen por verse en alguna forma amenazado, y dejó detrás ropa, dinero, unas gafas y, como siempre, una botella de alcohol de la misma marca que dejaba en las escenas del crimen.
Del análisis de los efectos personales del presunto asesino se obtuvieron datos fundamentales tales como su género, edad o su estatura y, además, se pudo rastrear sus movimientos haciendo un estudio de los billetes encontrados por su número de serie.
A estas alturas, investigadores de todo el país están coordinados en el análisis de más de 140 casos de asesinatos de niños y casi un centenar de desaparecidos y estaban centrados, tras hacer un exhaustivo análisis de los pedófilos de todo el país, en 25 personas. Incluso, llegaron a infiltrar a algunos agentes en las zonas más pobres de las regiones con mayor número de sucesos.
Por fin, gracias a la pericia de uno de los investigadores, se pudo determinar que había habido un caso en 1996 en la ciudad de Tunja que tenía las mismas características que el modus operandi de la persona que estaban buscando. En dicha ocasión, se interrogó a hombre que fue puesto en libertad por falta de pruebas. Esa persona era Luis Alfredo Garavito, el cual estaba en la lista de los 25 sospechosos. El interrogado era natural de Génova y vivía en la ciudad de Trujillo, ambas localidades en las que se habían encontrado cadáveres de niños pertenecientes a crímenes relacionados entre sí.
Las investigaciones forenses se multiplicaron por todo el territorio nacional a la par que las investigaciones de casos anteriores y de los propios sospechosos. En esta fase de la investigación otro hallazgo permitió acorralar un poco más al asesino ya que, analizando el asesinato del niño de Palmira, descubren que el asesino se encontró inmerso en un incendio y se determinó que el asesino tuvo que quemarse durante su huida (de hecho, las gafas que encontraron en la escena del crimen tenían evidencias que indicaban que habían estado sometidas a altas temperaturas). Y así había sido, el asesino había viajado a Pereira con quemaduras de diversa gravedad que fueron curadas en una farmacia de la localidad. Tras este suceso, se le vuelve a perder la pista.
Es el 22 de abril de 1999 en Villavicencio donde un niño, Ivan Sabogal, aparece semidesnudo pidiendo ayuda a una dependienta de un establecimiento de autobuses. Afirma que ha escapado de un hombre que le estaba torturando e intentando violar. La policía, que conocía su desaparición, da por finalizada su búsqueda y se centra en buscar al sospechoso. Descubren a un hombre en la zona y lo arrestan. Aunque da un nombre falso los investigadores consiguen demostrar que era, en realidad, Luis Alfredo Garavito. Una vez reconocida su verdadera identidad se envía su foto a todos los destacamentos policiales que estaban realizando investigaciones conjuntas. Habían encontrado al mayor asesino y violador de niños de todos los tiempos.
El asesino había documentado sus crímenes por lo que se pudo determinar, junto con sus confesiones, que Luis Alfredo Garavito había asesinado y violado a unos 200 niños y había abusado de unos 100 niños más.
Recomiendo ver el documental de Discovery Channel sobre el caso en el que se relata, paso a paso, cómo se realizaron las investigaciones. Tiene un alto interés a nivel policial y desde el punto de vista de la criminalística.
Además, para aquellos interesados en la psicopatología y en la psicología criminal, se recomienda ver la entrevista que le hizo Jon Sastiaga en 2016 para su serie de documentales "Tabú".
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