Colombia. Estamos a finales de los 90 cuando un descubrimiento casual conducirá, por efecto dominó, a revelar una terrible realidad que había permanecido oculta hasta ese momento, y que quedará impresa a lo largo de los años como una de las más impactantes historias en Colombia.
17 de septiembre de 1997. Pereira, municipio colombiano. Un joven está dando un paseo en un lugar aislado cuando de repente se encuentra con una serie de huesos, que parecen ser de origen humano.
El joven avisa a las autoridades, que llegan al lugar para realizar los peritajes. Los análisis confirman la impresión inicial: todos son restos de niños, muy probablemente asesinados y posteriormente descargados en ese lugar.
Pasan unos días antes de llegar a otro macabro descubrimiento. En los alrededores de Mercella se encuentran esqueletos, arrojados a un profundo barranco, también en este caso pertenecientes a niños.
Pero eso no es todo. Búsquedas posteriores llevaron a los investigadores a vincular estos asesinatos con otros 42 restos encontrados en circunstancias similares en los meses y años anteriores, que inicialmente se consideraron casos aislados.
En este punto las dudas se convierten en certezas; un terrible asesino que roba vidas jóvenes merodea por Colombia y, lo que es más inquietante, ha estado actuando sin ser molestado durante mucho tiempo.
El asunto se complica cada vez más y hay que acelerar las investigaciones. Sin embargo, toda la situación no logra despegar. Parece que la policía está persiguiendo a una criatura invisible, que se mueve en la oscuridad y sabe bien cómo no dejar rastro.
Febrero de 1998. Se espera otro día negro cuando llega la noticia del hallazgo de otros tres cadáveres cerca de la localidad de Génova. Los cuerpos presentan signos de violencia física y fueron asesinados con un profundo corte en la garganta.
Pero algo quedó en la escena del crimen. Una hoja con la dirección de una casa, que llevará a los investigadores directamente a la casa de una chica.
La mujer es interrogada y declara que vive allí con su novio, a quien, sin embargo, es hace tiempo que no ve. Accede a dejar entrar a los agentes y les entrega una bolsa que había dejado su novio, encontrando en su interior material muy sospechoso, como fotografías de niños y artículos periodísticos sobre los asesinatos.
El novio se llama Luis Alfredo Garavito Cubillos, tiene 41 años y trabaja como vendedor ambulante.
Debe ser encontrado de inmediato.
La tarea no es fácil, ya que nadie parece haberlo visto durante meses. Las búsquedas continúan y en abril de 1999 se produce un punto de inflexión, cuando se recibe una denuncia por intento de agresión por parte de un hombre a un niño de 12 años, que logró fugarse. El episodio tuvo lugar en la zona de Villavicencio.
Inmediatamente la policía rodea la zona y logra interceptar a Luis Garavito, quien intentaba escapar.
Luis es sometido a largos interrogatorios, durante los cuales confiesa ser el autor de esos brutales asesinatos que aterrorizan a Colombia desde hace años.
Ha comenzado en 1992. Su modus operandi incluye una fase de contacto inicial, para ganarse la confianza de las pequeñas e inocentes víctimas con una excusa. Luego los lleva a un lugar aislado, los amarra y comienza a torturarlos. El acto termina con el asesinato a puñaladas, que a veces incluso conduce a la decapitación y diversas mutilaciones.
Durante todos esos años ha perpetrado sus crímenes en todo el país, y se sospecha que incluso ha entrado ilegalmente en Ecuador.
El recuento total de muertes no es cuantificable, pero se determinarán al menos 138. El número total podría ser superior a 200.
Conclusión
Al final del juicio, el acusado fue declarado culpable de los 138 asesinatos reconocidos. Fue condenado a 1853 años de prisión, la pena más larga en la historia de Colombia. Sin embargo, en Colombia no es posible la prisión por más de 40 años y la libertad anticipada es posible en caso de buena conducta.
Luis Garavito se encuentra actualmente (2022) recluido en una cárcel de máxima seguridad en Valledupar. Pasa sus días en una celda solitaria. Apodado “La Bestia” por la crueldad de sus acciones, Luis Garavito es uno de los asesinos en serie más feroces y sádicos de todos los tiempos. Su frialdad y el número de víctimas asesinadas son desconcertantes. Una máquina de matar despiadada, la verdadera encarnación de la inhumanidad.
EmoticonEmoticon